En tiempos de antaño

Ana María Moreno Vicente
Veleílo 35. Enero 2008

"En tiempos de antaño" así se llama el trabajo con el que han sido premiados los alumnos/as de 6º de Primaria del Colegio Máximo Cruz Rebosa de Piornal, coordinados por la maestra Dª Azucena Manzano Toribio, por participar en el II Certamen de Narrativa Infantil organizado por la Sociedad para la Promoción y el Desarrollo del Valle del Jerte, dentro de la Otoñada 2007.

En este certamen han participado casi todos los colegios del Valle: Tornavacas, Jerte, Cabezuela, Navaconcejo, Rebollar, El Torno, Vasdastillas, Casas del Castañar y Piornal. El tema elegido ha sido el pozo de la nieve lo que nos ha permitido investigar en nuestras raíces.

Así comienza la historia…

A nuestros abuelos y abuelas. Miércoles, 14 de enero de 2002, 8:00 h de la mañana, aún adormecido siento frío. Miré hacia la ventana. En ese mismo momento, sentí alegría, curiosidad y un cosquilleo que me recorría todo el cuerpo. Pensé: los años transcurren y cada primavera todos los pueblos del valle se visten de blanco. Piornal no quiere ser menos, pero él elige el invierno para hacerlo.

Nuestro pueblo, situado al norte de Extremadura, en la provincia de Cáceres, es el más alto de la región con 1.175m. de altura. Debe su nombre a la abundancia de los piornos que rodearon en su día al pueblo.

Los días se suceden, las estaciones pasan y lo que fue ya no es…

En tiempos de antaño, cuando los inviernos en nuestro pueblo eran largos y duros, las calles se cubrían de un manto blanco que podía llegar a alcanzar hasta ocho metros de altura, según oí contar siempre a mis abuelos y a los de su generación.

Las comunicaciones con el exterior eran difíciles, tanto que para comunicarse entre vecinos, lo hacían a través de la ventana más alta de las casas, pasando por encima de la nieve. Como era muy dura la gente no se hundía. Cuando estaba baja, aprovechando ésta, hacían escaleras desde el suelo hasta la ventana más baja.

A veces, para facilitar el acceso al cartero y al panadero echaban bandos pidiendo la colaboración de los hombres para limpiar la carretera, con palas y azadas.

También se pensaba en los niños y niñas, construyendo túneles entre casa y casa, por debajo de la nieve, para que pudieran salir a jugar. ¡Qué experiencia tan bonita!

Sin embargo, hoy no la podemos vivenciar. Aunque todavía, de tarde en tarde, la climatología es agradecida permitiéndonos, de vez en cuando, revivir esos momentos que con tanto anhelo ansiamos y, tantas y tantas veces hemos oído contar a los mayores del lugar.

Desperté y asomado a la ventana descubrí que todos los tejados estaban cubiertos de nieve. Desayuné y me vestí rápidamente. Cuando salí de casa para ir al colegio sentí crujir la nieve bajo mis pies. Una vez allí, hicimos entre todos un enorme muñeco, le pusimos bufanda, gorro, una escoba y una zanahoria. Luego jugamos a tirarnos bolas de nieve.

Llegada la tarde, como un día más, fui corriendo a visitar a mi abuela, pero en esta ocasión era diferente, estaba un poco triste. Me contó los malos momentos que habían vivido en el pasado por este motivo cuando ellos contaban con nuestra edad.

En el mejor de los casos, si preveían que iba a nevar, buscaban provisiones porque después era casi imposible encontrarlas. Sobre todo, llevaban a casa leña para calentarse porque entonces no había brasero de gas ni de luz, tampoco había calefacción. El único brasero que conocían era las brasas de la lumbre de su chimenea.

¿Y lavadora? Impensable, ni siquiera agua en tiempos de gran nevada cuando todo se helaba. La gente rompía el hielo hasta conseguir derretirlo y, de este modo, poder lavar la ropa.

¿Fresquera? Abuela qué es eso, -pregunté.

-Querido nieto, es difícil para ti ahora, pensar en eso. Antes no existían los frigoríficos, pero a diferencia de otros pueblos en el nuestro en periodos de nevada no todo era tan malo. Para conservar los alimentos en buen estado durante más tiempo teníamos la fresquera, una especie de caja rodeada de una capa de nieve o hielo.

Los tejados también sufrían las consecuencias de las grandes nevadas, se caían por el excesivo peso que soportaban y la poca calidad de los materiales existentes entonces (adobe, barro mezclado con paja…) Para evitar su derrumbe y como aislante ponían helechos encima y debajo de las tejas.

El día continuaba su curso y la sensación aún seguía despierta en mí. Llamé a algunos de mis amigos para jugar y disfrutar del momento todos juntos. Decidimos ir a visitar aquel lugar del que tantas veces hemos oído hablar y que de tanta utilidad fue en el pasado…

"El pozo de la nieve", situado en la zona más alta de Piornal, tiene forma ovalada, alrededor de 5 metros de diámetro y unos 6 metros aproximadamente de altura, como ellos decían 17 varas de profundidad y 9,5 de concavidad. El suelo enlosado y con el correspondiente desagüe, cubierto con una techumbre de madera y tejas árabes.

La nieve es un fenómeno meteorológico. Consiste en la precipitación de pequeños cristales de hielo. Cuando la acumulación de nieve es excesiva, a menudo, tarda tiempo en fundirse formándose los conocidos neveros.

Piornal, al estar rodeada entre sierras, acumulaba tanta nieve que antiguamente, aprovechando las condiciones meteorológicas los habitantes construyeron el pozo y allí la mantenían para el verano, echando, para su mejor conservación, una capa de paja y otra de nieve de forma sucesiva hasta su totalidad. Pisándola reiteradamente se compactaba para que en forma de hielo se mantuviera más tiempo y para que disminuyera el volumen ocupado.

Los padres y abuelos de nuestros abuelos la transportaban en carretillas, con ayuda de un palo o haciendo rodar una piedra que a la vez que empujaban los "bolos" se iban agrandando. Su finalidad era guardarla además de para uso del propio pueblo, para ser comercializada a lo largo del año con distintos fines. Se vendía a muchos lugares de Extremadura, Coria, Trujillo, Plasencia etc. También se vendía a bares, para mantener la bebida fresca, a hospitales para conservar la sangre, incluso en época de verano, otras localidades del valle la compraban para hacer sus helados.

Llegó a utilizarse en la tradicional fiesta de Jarramplas, bolas de nieve en sustitución de los actuales nabos. En su mejor momento el precio de la carga llegó a los cuatro reales, en el siglo XVIII. Era transportada a todos estos lugares por la noche, evitando que se derritiese por el camino. La llevaban a lomos de burros, en banastas, una especie de cestas muy grandes.

La muerte en él de un piornalego y la baja rentabilidad del negocio fue el pretexto para su cierre. Aún se conserva el pozo, pero se encuentra en el interior de una vivienda de propiedad privada.

Cuando nieva sentimos ganas de salir a la calle, pisar la nieve, jugar a hacer muñecos enormes, tirarnos pelotones, contemplar desde la ventana como cae, como cuaja lentamente en el suelo, los coches, cubiertos de nieve, no arrancan. Estos días para los piornalegos y piornalegas son divertidos, pero también peligrosos por accidentes y caídas. ¡Ójala volviera a nevar tanto como antes para seguir disfrutando¡

En los últimos años apenas la vemos, a los piornalegos les preocupa y se formulan preguntas ¿Por qué antes nevaba más que ahora? ¿Qué estará ocurriendo? ¿Qué poder hacer? ¿La respuesta estará en el calentamiento global, producido por la contaminación y la falta de reciclaje? Ellos, nuestros abuelos ¿Podrían llegar a comprenderlo?

El cambio climático ya está produciendo el progresivo, aunque todavía leve, aumento de las temperaturas en la montaña, menor grosor medio de nieve.

Los científicos advierten que dentro de 50 años el mundo se quedará sin agua, además dedujeron que los efectos del cambio climático producen graves afecciones ambientales en la mayoría de las montañas por la presencia y aparición de proyectos urbanísticos con cientos de vivienda, hoteles...

Alguien se ha parado a pensar que quizás "somos el comienzo del cambio" La crisis del clima afecta a todos, los más jóvenes, los estudiantes y también los mayores deben saberlo y trabajar para ello. "Gota a gota se construye el océano"

Dicen los científicos que el Ártico, el refrigerador de la tierra, nunca ha sido tan pequeño. Buscar una solución, pero no será posible si no lo hacemos juntos.

Fue un día estupendo, lo pasamos genial, pudimos construir entre todos aquellos túneles donde nuestros abuelos, de pequeños iban a jugar; contemplar el manto blanco de las montañas nevadas...

Invadido por la felicidad mientras caían los copos, no quería que este día terminara pues desconocía el tiempo que transcurriría hasta volver a tener esa misma sensación que ahora fluía por todo mi cuerpo, llenando el pueblo de la misma alegría.

En Piornal siempre se ha dicho que si en un invierno nevaba mucho, la cosecha de la primavera era buena. Y así termina esta historia que nos contaron nuestros abuelos y abuelas:

"Año de nieves, año de bienes"

Bibliografía

  • "Piornal. Estudios sobre una población de la serranía extremeña". Institución Cultural El Brocense. Autor: Fernando Flores del Manzano
  • "Entre la Vera y el Valle, tradición y folklore de Piornal". Institución Cultural El Brocense. Autores: Ángel Calle, Feliciano Calle, Germán Sánchez y Saturio Vega.
  • www.piornal.net
  • Revista local "Veleílo
  • Recopilación oral de los abuelos/as de Piornal y del alumnado.

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© Víctor A. Díaz Calle. 1997-2008