El pozo la nieve

Más sobre los pozos de nieve

(Cerca del polideportivo, en el lugar donde ahora se levanta el mesón -una mole construida con cemento y granito que, aparentemente, nunca ha tenido ninguna utilidad- existe todavía un pozo ovalado, el pozo la nieve. Su utilidad, cuando se desconocían las neveras, congeladores o arcones, era bien simple. Se trataba de llenarlo de nieve en invierno, tratar de mantenerla sólida hasta el verano para, a lomos de caballerías, 'exportarla' a dónde la necesitasen y pagasen por ella).

Aunque el negocio de la nieve parece datar del siglo XVI, su explotación no se generalizó hasta el siglo siguiente. La hacienda real lo gravó tempranamente -1650- con tributos (quinto y millones). En 1681 conocemos que Mérida se provee de nieve de Piornal. Pero hasta los inicios del siglo XVIII no se realiza una explotación sistemática y racional de la nieve. La iniciativa es ajena a los habitantes de Piornal. Surge de un miembro de la nobleza, empeñada por entonces en invertir en actividades industriales, como la textil en Tornavacas, o la nieve, como ocurre en Béjar.

Poco avanzada el siglo, fluye desde Madrid la idea y el capital para construir un pozo de nieve en el Egido de Piornal. La promueve Vicente María de Borja, primogénito de los vizcondes de Huertas. El ovalado pozo de encerrar nieve tiene unas dimensiones de 17 varas de profundidad y 9,5 de concavidad. El suelo se halla enlosado y con el correspondiente desagüe. Va cubierto con una techumbre de madera y tejas árabes.

En él se iban depositando los «bolos» de nieve que, con ayuda de un palo, se traían hasta el pozo, donde se apisonaban hasta formar capas sucesivas, separadas por paja. Cuando se llenaba, se cerraban las puertas. Las llaves eran entregadas al cirujano, del que ignoramos si era también administrador del negocio. La nieve era sacada a lomos de caballerías por los arrieros que la conducían a diversos puntos de Extremadura, pues su consumo era muy demandado por conventos, hospitales, cuarteles y numerosos particulares.

El pozo de nieve piornalego lo arrienda más tarde Pedro de Eguía por 1 .800 reales. En su mejor momento el precio de la carga de nieve llegó a los cuatro reales en el siglo XVIII. Con el transcurso del tiempo pasa a manos de un vecino de Piornal, quien acaba legándolo al Ayuntamiento piornalego. Ya en el siglo XIX se inicia la decadencia de este tipo de negocio y el pozo deja de ser rentable. La muerte en él de un piornalego fue el pretexto, más que el motivo, para determinar su cierre definitivo.

Aún se conserva el pozo de nieve de Piornal, que en otra época surtió de nieve a gran parte de la tórrida y sedienta Extremadura, y que activó por unas décadas el gremio de la arriería.

Del libro "Piornal, estudio sobre una población de la serranía extremeña"
Capítulo IV, Aproximación a la historia de Piornal. Fernando Flores del Manzano. Cáceres 1999.
Coordinación de la obra, Fernando Flores del Manzano. Edición costeada por Miguel Cruz Sagredo con la colaboración de la Caja de Extremadura y la Institución Cultural "El Brocense" de la Excma. Diputación Provincial de Cáceres.


 
Extracto del artículo aparecido en en Diario HOY el 28-5-02 firmado por Sergio Lorenzo

Segio Lorenzo. Cáceres
Diario HOY 28-5-02

Pozos de nieve en tierras de secano

Durante tres siglos, en Extremadura hubo una importante industria del hielo. Por la noche, en cántaros y serones protegidos con helechos, se llevaba nieve de Hervás, La Garganta, Candelario o Piornal a tierras de secano en donde se guardaba la nieve en pozos.

La asociación por la Arquitectura Rural Tradicional de Extremadura (ARTE), propone que en el pozo de nieve de San Martín de Trevejo sea conservado para convertirlo en un Centro de Interpretación del Hielo, en el que los extremeños del presente puedan conocer cómo funcionaba una industria que se desarrolló a lo largo de tres siglos en Extremadura y que dio trabajo a muchos extremeños.

ARTE señala que según consta en escritos de Galeno, Hipócrates y Dioscórides, ya en la antigüedad existían instalaciones para almacenar hielo y nieve. Hay tratados en los que se indica que en Mesopotamia, en el 3000 a. d. C. ya se hacía acopio de nieve.

En España fueron los árabes los que potenciaron el almacenamiento y uso de la nieve para conservar carnes y pescados, para refrescar bebidas, fabricar helados y para usos medicinales. En Extremadura, entre los siglos XVI y XIX, se vivió un destacado auge del comercio de la nieve. Había almacenes de nieve en la mayoría de las poblaciones de más de 2.000 habitantes. Existían pozos de montaña, en las zonas en las que nevaba; pozos urbanos y pozos rurales.

ARTE destaca que la floreciente industria de la nieve dio empleo a mucha gente y originó una amplia red de intermediarios entre quienes recogían la nieve y los consumidores en las villas y ciudades: estaban los 'boleros' que recogían la nieve en los ventisqueros, los 'guardas' que vigilaban y controlaban las sacas de nieve de la sierra, los 'arrieros' que transportaban la nieve a las poblaciones, los 'neveros' que eran los encargados o propietarios de los pozos que vendían el hielo a los consumidores; y los 'arrendadores' de las Rentas Reales que cobraban los impuestos.

Gran parte de Extremadura se abastecía de la nieve de Candelario, Hervás, La Garganta y Piornal. La nieve era transportada en cántaros de barro y serones protegidos con helechos. Se transportaba de noche para evitar la licuación de la carga. Aunque la distribución se realizaba durante todo el año, era entre mayo y octubre la época de más comercio.

Hielo y paja

En los pozos la nieve se amazacotaba con grandes pisones de madera. A cada medio metro de nieve se extendía una capa de paja. Tenían un desaguadero en la zona inferior por donde desaparecía el agua del deshielo, ya que era perjudicial para la conservación de la nieve. Los pozos o casas de nieve eran construcciones circulares, fabricadas con paredes de piedra y ladrillo. Se construían preferentemente en la umbría de un cerro y orientados al norte para conseguir la mayor sombra y aireación posible.

En las proximidades de algunos pozos se hacían balsas artificiales que se llenaban de agua, con muy poca profundidad, para que por la noche, con las heladas, el agua se convirtiera en hielo. Las laminas de hielo eran recogidas e introducidas en los pozos.

A partir de 1870 se inició la decadencia. La industria se desmoronó con la aparición de las primeras máquinas productoras de hielo, ideadas por Tellier, inventor del frío industrial. Hay muchos lugares de Extremadura en los que aún se conservan pozos de nieve. La asociación ARTE indica que en San Martín de Trevejo se conservan dos de estas singulares construcciones. Una es un gran almacén de nieve que se encuentra en el pico de Jálama, en el límite con el término de El Payo (Salamanca), a unos 1.400 metros de altitud. De éste sólo quedan las paredes del pozo, con planta octogonal.

El otro pozo es 'A neveira do vallitu' que está a 500 metros del casco urbano de San Martín de Trevejo. Se debía de abastecer de la nieve del pico de Jálama situado a seis kilómetros. Por su buen estado de conservación la asociación de Arquitectura Rural Tradicional de Extremadura, ha pedido su protección a la Junta de Extremadura, recalcando que es un lugar idóneo para realizar un Centro de Interpretación del Hielo.

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© Víctor A. Díaz Calle. 1997-2002