Preparativos
La fiesta del año que viene comienza desde el mismo momento que se acaba la del presente. El mayordomo entrante, persona que corre con los gastos que origina la fiesta, acoge en su casa al Jarramplas saliente, recoge su ropa y ofrece una merienda a base de lomo a la comitiva organizadora.
Los trabajos a realizar durante el año consistirán en la confección de los trajes completos, las máscaras, las cachiporras, el tamboril y el ensayo de las Alborás., -coplas en honor al Santo-, faenas que suelen comenzar a principios de diciembre. |
El traje de jarramplas está compuesto por una chaqueta y un pantalón blancos, de los que cuelgan infinidad de cintas multicolores. La máscara es de forma cónica, con dos cuernos laterales y una considerable nariz. Del vértice superior de la máscara cuelga una cola de crin de caballo. |
Bajo el traje, para
evitar que la fuerza y la agresividad de algunos lanzamientos puedan producir
daños importantes, en los últimos años se ha incorporado
una especie de pesada armadura de fibra de vidrio, que le protege, pero que le resta
posibilidad de movimientos.
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La Víspera. Bajada del Santo y el Regocijo El día 19 de enero por la mañana, Jarramplas y el mayordomo recorren el pueblo y visitan algunos domicilios en los que recogen viandas y presentes para la fiesta, las migas de la madrugada y la comida que el día 20 organiza el mayordomo.
Jarramplas efectúa su primera salida por
el pueblo, con máscara y tocando el tamboril, hacia las 12 del
mediodía. Los niños, zagales y otros que ya no son ni uno ni otro,
comienzan a lanzarle proyectiles vegetales, nabos básicamente. Jarramplas se defiende moviéndose lo que le permiten sus pesadas protecciones y con algún que otro lanzamiento de cachiporras a la muchedumbre. Entre carrera y carrera entra en casas y bares para reponer fuerzas.
Después de comer, Jarramplas se dirige
hacia la iglesia, llevando tras de sí la consabida multitud que no
para de arrojarle nabos. Al atardecer se procede a bajar la imagen del santo,
San Sebastián, de su trono para vestirlo y colocarlo en las andas,
desde donde presidirá los actos litúrgicos del día
siguiente.
Al anochecer, las campanas tocan a regocijo.
Jarramplas, con la cabeza descubierta, da una vuelta por las calles del
pueblo acompañado por un grupo de niños que, al son del
tamboril, van cantando:
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