Jarramplas en Por la vieja Extremadura
Por la vieja Extremadura Recopilado por
Recientemente, mientras dedicaba algún tiempo a la Lírica Popular de la Alta Extremadura, de García Matos, sin duda la obra más importante escrita sobre el folklore musical de la provincia de Cáceres y publicada en 1944, en la página 125 me encontré con unas pocas líneas en las que se hablaba de Jarramplas, y se citaba como fuente original de un fragmento de lo allí escrito, a José Blázquez Marcos. Movido por la curiosidad traté de localizar la obra Por la vieja Extremadura, de este último autor y cuando lo conseguí, me encontré con un pequeño libro, casi de bolsillo, de hojas descoloridas y amarronadas, que denotaban su antigüedad. El libro, publicado en 1929, dedicaba tres páginas a la fiesta de Jarramplas, tal y como el autor la vio algunos años antes cuando se pasó por Piornal.
A continuación recogemos literalmente el contenido de estas páginas, con sabor añejo, que bien pueden servirnos para echar la vista atrás y conocer un poco más de la forma de vida tradicional de las gentes de nuestro pueblo.
"A veces, nuestras expansiones populares tienen una apariencia jocunda y cómica que, con devoto simbolismo, encubre sacrificios votados en gratitud al Santo patrón del lugar. Ahí, en el corazón de la sierra, entre la Vera y el Valle de Plasencia, escondiendo su humilde caserío entre robles y brezos, pero dejando un jequecito por donde se asoma a gozar de la deleitosa vista del Valle del Jerte, un pueblecillo que tiene ahora la nieve envuelto en su albo manto, Piornal, dispónese a celebrar la fiesta de su Santo patrón y mártir San Sebastián.
Es el día 20 de Enero. Han salido de las viejas arcas, plenas de aromas sanos y humildes, las ropas de gala; el calzón estrecho y corto, la calza con botín, el chaleco de brillantes botones y la camisa de casero hilado muy bordada de los hombres, hacen pareja en el lujo de atavíos del día con amplios refajos historiados, los jubones vistosos y los pañuelos de las mujeres.
La pequeñita y graciosa imagen del Santo parece sonreír ante los preparativos de sus fieles, pero la devoción lugareña quiere darle una prueba aún más palmaria de su identificación con la figura mártir del Patrón. Es preciso que en ese día haya también en el pueblo un mártir auténtico; y nunca falta, en efecto, el imprescindible "jarrampla", es decir, el hombre que, agradecido a San Sebastián por haberle sacado ileso de alguna enfermedad o grave peligro, hace en tal día el mártir de carne y hueso.
Vistiendo un raro traje blanco con ribetes y pintas, encarnados, y con careta, el jarrampla se dirige a la iglesia, donde en la misa ofrece su promesa en medio del presbítero, mientras un coro de mozas, "las cantoras", entonan las tradicionales canciones de "rosca" y loan al Santo.
Terminada la misa comienza el verdadero martirio de jarrampla que, con su raro indumento, recorre las calles entre la algarabía y el contento de los chiquillos, que le hacen blanco de toda clase de objetos arrojadizos. En la procesión de la tarde, él tiene importante misión; delante del Santo y siempre vuelto hacia la imagen, el jarrampla va tocando el tamboril hasta el regreso al templo, en cuyo atrio, los devotos, luego de dejar su óbolo en una bandeja, bailan al Santo, tomando la pequeña imagen en sus manos y acompañados por el tamboril del mártir del día, quien al acabar les va dando con su "cachiporra" o palillo cierto suave golpe de obligado ritual.
La tradicional "jarrampla" termina dejando oír en la hosca y brava soledad de la noche invernal, las viejas "Alborás", plenas unas de ternura devota...
matizadas otras de intención picaresca
Referencia bibliográfica:
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