A 1175 metros de altitud en el altiplano de Tormantos, estribaciones de la Sierra de Gredos, a caballo entre las comarcas cacereñas de la Vera y el Valle del Jerte, está Piornal (1600 habitantes). Un pueblo a trasmano, perdido en el monte, alejado de todos los sitios. Antaño, esa lejanía era una carga añadida al duro laborar diario; hoy es una bendición. Su situación ha permitido la supervivencia de antiguas tradiciones, de ritos ancestrales, de saber y sabor popular que no tienen parangón, que son únicos.

Piornal: sierra y cielo es un libro rural, un libro campesino. Sus páginas son un binomio cuerpo y alma -sierra y cielo- donde se mezclan el paisaje físico, real, tangible, con sensaciones, con emociones, con recuerdos de un tiempo que de algunos rincones, de algunas calles, de algunas casas, de algunos caminos, no han terminado de desvanecerse.

Pero sobre todo, estas páginas, son un homenaje, un reconocimiento a los antiguos piornalegos: aquellos hombres y mujeres solitarios, taciturnos, enjutos, de ojos profundos y piel cuarteada por la interperie, que poco a poco fueron cambiando la zamarra, la anguarina por la azada, el cultivador y la cesta de las cerezas; que poco a poco fueron llenando el cielo serrano -ceniciento o estrellado, pero siempre próximo- de costumbres, de tradiciones, de leyendas, de historias, de canciones... Sin su esfuerzo, sin su tesón, la tierra sólo hubiera sido piedra y el cielo sólo hubiera sido azul.